viernes, 10 de octubre de 2008

A Ignacio Latorre Ollés (10 de Octubre de 2008)

Ignacio Latorre Ollés dando la salida de la carrera pedestre del 2006

Texto leído en el funeral de Ignacio Latorre en representación de los atletas y amigos de Ignacio que participamos cada año en el "Memorial Ignacio Latorre Sanjuán".
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A Ignacio Latorre Ollés
(10 de octubre de 2008)
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Amigo Ignacio:
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Cuando estamos en el inicio del otoño, nos sorprende la noticia de tu fallecimiento. Dice el poeta que la muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.

En nuestra mente y en nuestros sentimientos conservamos la memoria de tu paso, la de los instantes compartidos, la de los momentos vividos en plenitud. Sin embargo, no has pasado en vano por esta vida. Has dejado profunda huella.
  • Recordamos la pasión que ponías en todo lo que hacías.
  • Recordamos cuando te emocionabas y disfrutabas en las carreras.
  • Recordamos cuanto querías a Santalecina y qué orgulloso te sentías de que cada año se recordara a tu padre en prueba de las fiestas de San Salvador.
  • Recordamos cuantos regalos y premios traías para todos los niños del pueblo.
  • Recordamos como nos abrías tu casa de par en par en una hospitalidad sin límites.

Aquí nos tienes a tu familia y a tus amigos en este adiós, pero tu recuerdo permanecerá.

  • Cuando esté año celebremos los XXV años de la carrera estarás en nuestro recuerdo.
  • Cuando hablemos de personajes de Santalecina estarás en nuestro recuerdo.
  • Cuando mencionemos historias atléticas estarás e nuestro recuerdo.

Gracias por tu bondad, por tu pasión por lo que creías, por tu hospitalidad y por ser como eras.

Desde donde estés debes saber que muchos de los quedamos aquí te seguiremos recordando por la huella que has dejado y por el amor que siempre guardaste a esta tierra, a Santalecina y a sus gentes.

Ahora tu muerte nos hace que te honremos, por tu honestidad, por tu trabajo, por tu amistad, por tu lealtad y por haber pasado por esta vida haciendo el bien.

Por ello pedimos como creyentes que goces para siempre del amor eterno.

José Antonio Adell Castán

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