domingo, 10 de febrero de 2008

¡Al higuí!

Dibujo de Moratha publicado en el libro Juegos de la Comunidad de Daroca

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Julio Casares, en su Diccionario ideológico de la lengua española, define la expresión "¡Al higuí!" como "diversión propia de carnaval que consiste en ofrecer a los muchachos para que lo cojan con la boca, un higo que se tiene en constante movimiento, pendiente del extremo de una caña".

El juego de Al higuí es antiquísimo. Rodrigo Caro, en el siglo XVII, recogía en sus Días geniales o lúdicos (diálogo VI, III) unos versos traducidos del griego Aristófanes, hablando de un viejo marrullero:

Todo el día en su casa está sentado
...................................
la boca abierta, el cuello levantado,
para tragarse al triste pasajero,
como cuando el muchacho está aguardando
el higo, que del hilo está colgando.

José Mª Iribarren (1) lo califica de entretenimiento de máscaras, típico del Carnaval, citando un texto de Rodríguez Marín, publicado en el siglo XIX: "Del extremo de una caña pende una cuerdecilla, de la que cuelga, atado, un higo; el que tiene la caña da golpecillos con ella, haciendo saltar la codiciada fruta y desesperando a un enjambre de chiquillos que porfían por cogerla con la boca".

Pampa la figa

En Albelda, como en otros lugares de La Litera, este juego típico de Carnestolendas se denominaba Pampa la figa. En esta villa, un individuo serio, con la cara blanqueada de harina y vistiendo una blusa, iba montado en un burro con dos orinales de estribos; llevaba una caña larga de la que colgaba higos para que los niños los cogieran con la boca; pero si éstos intentaban atraparlos con la mano les repartía garrotadas.

En Monzón también se conocía este juego con el mismo nombre. Manuel Ro ejerció como "primer animador infantil de la ciudad" en los años anteriores a la guerra, encargándose de realizar este entretenimiento, que consistía en colgar un higo o un caramelo del extremo de una cuerda atada a una caña, para que los críos intentaran hacerse con él con la boca, sin ayuda de las manos. Quien no respetaba esta norma, era golpeado con una varita en los dedos (2).

Ramón Violant i Simorra, en su extraordinario trabajo etnológico titulado El Pirineo español (3), también cita esta diversión de carnaval, denominada la figueta en la localidad de Rialp. En esta población, el primer día de carnaval, por la mañana, los mozos nombraban un alcalde de Carnistoltes, que cuidaba del orden de la fiesta y de animarla. El domingo, por la tarde, disfrazado de vieja hilandera, hacía una colecta por las casas, fingiendo pedir limosna y trabajo para hilar. El lunes, por la mañana, divertía a los pequeños haciéndoles coger la figueta, higo prendido en una caña de pescar, a lo que se llamaba hacer la figueta, paso popular en todo el Pallars.

El tío del higuí


"¡Al higuí!", diversión de Carnaval (Dibujo: Óscar Sanfélix)
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En otras poblaciones, como Velilla de Cinca, "el tío del higuí" hacía las delicias de la gente menuda. En la capital aragonesa, este festejo del domingo de Carnaval suponía un acontecimiento extraordinario en el advenir de los niños, acostumbrados a jugar a tú la llevas o al marro. Agrupados en pequeñas pandillas de amigos, este día iban a correr con el "tío del higuí" y a divertirse viendo las máscaras y mascarones típicas del carnaval (4).

En una crónica de 1892 se nos muestra el aspecto de nuestro personaje portando el codiciado fruto: "El del higuí hace sus aprestos indispensables. Para la cabeza una chistera valvular, para el cuerpo una estera mil veces pisada, para el rostro un carbón o un corcho quemado; para los gastos de representación, media docena de higos, blancos de harina al ser comprados, y negros y pringados después por los labios juguetones y las manos atrevidas de los muchachos" (5).

En los primeros años de este siglo el higuí seguía siendo un elemento imprescindible de las fiestas del Carnaval zaragozano. Su presencia era notada por las calles más concurridas y por el paseo de la Independencia, junto con comparsas de gusto variado, máscaras caprichosas, mascarones y los típicos osos, que bailaban donde conseguían reunir varias docenas de chicos del arroyo (6).

En la postrimería de la segunda década de este siglo, los cronistas lamentaban la desaparición del típico "tío del higuí": "Lástima que siendo «la destrozona» nuestra máscara representativa, haya desaparecido de nuestra ciudad el clásico y popular «tío del higuí». Docenas de chiquillos solíanse apiñar en torno de aquel hombre que provisto de dos cañas al extremo de una de las cuales pendía un higo, hacía las delicias de la gente menuda.

¡Al higuí! ¡Al higuí!
Con la mano, no;
con la boca, sí.

Era una figura simpática, porque debajo de aquellas ropas en lamentable estado, adivinábamos un pobre hombre que apuñalaba las penas de un modo infantil y altruista.

¿Por qué ha desaparecido de nuestras calles el castizo «tío del higuí»?

¡Cielos! ¿Será acaso porque los higos se cotizan al precio del jamón dulce?..." (7).

Fernando Soteras (Mefisto) se preguntaba en una copla de 1915:
  • ¿Dónde está?
"Miré en todas partes y en ninguna vi
a nuestro castizo «tío del higuí».
¿Dónde está aquél tío tan tradicional
y por qué no alegra nuestro Carnaval?
Sólo veo apaches en jovial montón,
vestidos de tela negra y bermellón.
Venga lo castizo y lo que es de aquí;
vuelva nuestro alegre «tío del higuí»."

En la ciudad de Daroca, a principios de siglo, tampoco podía faltar el higuí, principal regocijo de los pequeños, durante los tres días de Carnaval. También solían abundar, por las calles, comparsas bien organizadas y máscaras caprichosas (8).

En Báguena (Teruel), según nos contaba Mª Gloria Gil, durante el Carnaval el portador del higo recitaba:

Al higuico,
al higuico,
que está madurico.

En Alcañiz, según información facilitada por José Alejos "El Pepinero" a Luís Miguel Bajén y Mario Gros, nuestro personaje se conocía como "el de la higueta", y del mismo modo que en otros lugares, llevaba dos cañas, una de la que colgaba un higo y la otra para golpear al que intentara agarrarlo con la mano.

José Vicente Moya recogió una variante del "higuí" en Villafranca del Campo (Teruel); también se celebraba en carnavales. Los higos se colocaban dentro de un balde lleno de agua y los niños debían cogerlos con la boca. Un hombre, situado al lado del balde, golpeaba con un palo a los que utilizaban las manos para coger los higos.

En otros lugares de España

Este rito carnavalesco está extendido por toda España, aunque son pocos los lugares que conservan esta vieja tradición. En La Granja de San Ildefonso (Segovia), un hombre lleva un chorizo colgado de un palo con una cuerda. Los muchachos tienen que ser capaces de morderlo para poder llevárselo y comerlo. Cuando lo intentan, el hombre del palo trata de impedir que lo logren, para alargar el rito, y les dice:

Aliquí, aliquí
con la mano no,
con la boca sí (9).

En otras poblaciones de Castilla, y especialmente en Madrid, según recoge la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, de Espasa Calpe, publicada en 1925, el portador del "higuí" cantaba la misma cancioncilla que en Zaragoza. El "higuí", según se dice: "Alude a la costumbre de los mascarones del Carnaval de Madrid, que traen un higo pendiente de un cordel, atado a una caña, que agitan excitando a comerlo con la boca, sin tocarlo con las manos".

En el medio rural de Castilla y León era igualmente típico. El enmascarado balanceaba una caña de la que colgaba un higo o un caramelo. En Almazán (Soria) se celebra en la festividad de San Pascual Bailón; el portador del palo del que pende un caramelo canta la siguiente canción:

¡Alilí! ¡Alilí!
Con la mano, no;
con la boca, sí.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. José Mª IRIBARREN: El porqué de los dichos. Gobierno de Navarra, VII edición, 1993, pp. 80 y 81.
  2. Según apuntes de Carlos Buera: "Personajes de Monzón", en O Salmón (Fancine alternativo y cultural).l Lumero 5, Monzón, Estiu 94.
  3. Ramón VIOLANT I SIMORRA: El Pirineo español. Alta Fulla, Barcelona, 1989, p. 573.
  4. Según una narración o cuento titulado "El ribacero", en Heraldo de Aragón, 28 de febrero de 1922.
  5. R.: "En pleno Carnaval", en La Derecha, 24 de febrero de 1892.
  6. Comentarios del carnaval zaragozano recogidos por Sal-tón, en Heraldo de Aragón, 11 de febrero de 1902.
  7. "Fiestas de Carnaval", en Heraldo de Aragón, 3 de marzo de 1919.
  8. M.A., en Heraldo de Aragón, 14 de febrero de 1902.
  9. José Luís PUERTO: Ritos festivos. Centro de Cultura Tradicional, Diputación de Salamanca, Salamanca, 1990, p. 32.
Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 25 de febrero de 1996

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